Neuro Engáñate
Hace ya unos años decidí sin darle demasiadas vueltas, que había terminado mi relación con el tabaco. Entendí que era un acto antinatural y que por supuesto, aunque me encontraba bien, fui muy consciente que mi salud si seguía fumando, no la iba a mejorar con los años y estaba entrando ya en una franja de edad más madura.
A mis 37 años sabiendo muy bien lo que hacía, terminé con la adicción al tabaco.
Me lo planteé y como no quise engañarme más, tomé la decisión.
Antes de elegir ese bendito/maldito día en el que empezaría mi nueva vida sin humo, hablé con muchas personas. Las que ya lo habían dejado, otras que volvieron, aquellas que lo dejaron y volvieron 7 veces más … tantas experiencias y tan complicado dejarlo, pero tocaba ser fuerte.
Uno de los argumentos que continuamente me llegaba era que un exfumador siempre está en la cuerda floja, siempre le vuelve a apetecer un cigarro, siempre el riesgo de caer en la tentación está latente, es más, me condenaban a ser siempre un exfumador, a sentir en cualquier momento las ganas de volver a fumar y eso sinceramente me aterrorizaba mucho más que el mal tramo de los primeros meses.
Así que ideé un plan, engañé a mi cerebro, le mandé una orden muy clara.
Cerebro, atento a lo que te voy a decir:
Una vez pasemos los meses malos, tienes que integrar perfectamente una idea;
Yo nunca he fumado, no tienes memorias de que lo haya hecho, has de borrar esos discos duros para siempre, yo te ayudaré. Cuando me pregunten si fumo diré que no y además nunca contaré que un día lo hice, así para ti será más fácil.
Mi cerebro y yo nos aliamos en un plan perfecto para elegir no sufrir más y de momento nos va genial.
No tengo ni idea eso de fumar de qué va y tampoco llego a comprender por qué las personas sabiendo que se hacen daño a sí mismas siguen haciéndolo, aunque comprendo que según lo que cuentan, no debe ser nada fácil dejarlo.
Cuéntate una mentira y creértela sobre todo si te va a beneficiar.
Salud